14 enero 2013

FASCITIS PLANTAR



¿Dolor matutino en el talón? ¡Maldición…tengo fascitis plantar!

Desafortunadamente, los corredores padecen ciertos tipos de dolencias o lesiones a causa del extremo rendimiento al que sometemos a nuestro sistema músculo-esquelético. 

Seguro que algunos de vosotros habréis experimentado un dolor intenso en el talón, normalmente matutino, y que incluso os ha hecho cojear durante los primeros pasos. Quizá tengáis fascitis plantar … ¡maldito sea su nombre!
La fascia plantar es una aponeurosis , localizada en la planta del pie (va desde el talón al antepié), y es un tejido fibroso muy resistente que aporta estabilidad al arco plantar.

                                                  Fig. 1. Foto Fascia plantar – Disección

Así, la fascitis plantar es la inflamación de este tejido debido al  continuo traumatismo en el origen de ésta.  Esta inflamación produce un dolor, generalmente en la parte interna del talón , que puede irradiarse hacia el borde interno del pie.

Fig. 2 – Zona de localización del dolor de la fascitis

Este dolor es un poco “malandrín”, ya que generalmente no aparece cuando corremos, sino en frío, cuando apoyamos el pie por primera vez en la mañana o tras estar un rato sentados y en reposo.  El dolor es de tal intensidad que nos puede hacer cojear, pero al calentar o andar unos minutos el dolor disminuye o llega a desparecer. En estadios avanzados de la patología, el dolor también puede hacerse latente tras una prolongada actividad física a lo largo del día y manifestarse durante el ejercicio.
Tras el proceso inflamatorio, si la patología persiste de forma prolongada, pueden producirse cambios degenerativos. Esto se denomina fasciosis y no es más que una pérdida de las características fisiológicas de  la fascia. Este extremo es peligroso, ya que el dolor puede cronificarse.
Generalmente se asocia la fascitis a diferentes alteraciones biomecánicas, como el exceso de pronación, pies cavos o asimetrías en la longitud de las extremidades inferiores.  En esta entrada no haremos especial hincapié a estas posibles causas, que son múltiples, de muy variada etiología y muy discutidas, (ya sabéis, amortiguación, tipo calzado, llevar calzado, etc…), sino que incidiremos en el tratamiento adecuado para que podáis seguir corriendo.
Como ante toda inflamación, cuando aparezca el dolor hay que seguir un protocolo. Lo primero que deberíamos hacer es REPOSO. ¿Como? ¿Reposo? ¿Qué palabra es esa?. Aquí os dejo una definición de la Real Academia de la Lengua, por si no tenéis referencia de esta palabra (ja, ja!!). Reposo: Inmovilidad de un cuerpo respecto de un sistema de referencia.

¿No se referirá a dejar de correr?

Pues si, amigos corredores, es una de las primeras cosas que deberíamos hacer, pero que probablemente no haremos. Si descansamos unos 6 o 7 días de la carrera a pie podemos conseguir que remita la inflamación, si esta se encuentra en su fase aguda. Durante este tiempo, podemos hacer otro tipo de ejercicio, que no requiera impacto con el suelo, como la elíptica, natación, etc…
La segunda sería la aplicación de hielo. Para ello, podéis llenar y congelar una botella de agua pequeña. Al llegar de correr podéis ponerla bajo vuestra planta y presionar la botella bajo el talón, haciendo movimientos hacia delante y atrás (podéis hacerlo durante 5-10 minutos). También podemos hacernos un automasaje de la zona y estirar concienzudamente toda la musculatura posterior de la pierna (isquiotibiales, gemelos), y de la planta del pie. Para el estiramiento de la fascia plantar, podéis hacer una extensión forzada del pie hacia arriba (Fig. 3). También podéis ayudaros de una cinta o toalla (Fig. 4), que colocareis en vuestro antepié para tirar de él. Con unos 5 minutos al día (o después de hacer ejercicio), será suficiente.

Fig. 3 – Auto-estiramiento de la fascia plantar

Fig. 4. Auto-estiramiento de la fascia con ayuda de una cinta.


Si no desaparece el dolor, la ayuda de un fisioterapeuta (¡no sólo descargan nuestras doloridas piernecillas!), aplicando masajes de descarga, manipulaciones osteopáticas, aplicaciones de kinesiotape, etc… podrán aliviar y/o curar nuestros dolores Si a pesar de todo ello el dolor persiste, deberemos consultar con un podólogo para que investigue la causa de aparición de la fascitis y pueda poner la solución, ya sea con una infiltración de corticoides (son muy eficaces en fascitis agudas, pero no podemos abusar de ellas), o con la confección de unas plantillas que solucionen la posible disfunción biomecánica.
Como anécdota, os puedo decir que entre los podólogos hay un dicho que dice, “no hay fascitis que seis meses dure”, lo que quiere decir que si sois capaces de aguantar seis meses de insufrible dolor quizá la fascitis remita solita…. Pero, ¿Podemos aguantar?.
 ¡Salud y Kilómetros!

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